Las chicas de oro se unieron al viaje del incerso a Granada para votar por La Alhambra como una de las nuevas maravillas del mundo…Creo que el retraso de una de ellas, originó que no saliera entre las elegidas.
Nada más pisar tierra, el móvil de Oteaba Auer sonó. Era Boabdil que se encontraba en la colina “El suspiro del moro”. Había pasado siglos sin parar de llorar como una mujer ¡al fin volvería a entrar en la fortaleza!...y la llevó a la torre más alta para mostrarle lo que habían sido sus dominios.
Después al Mirador de Lindaraja. Sin duda, éste debió ser el lugar de retiro favorito del sultán para descansar oyendo músicam y contemplando el Albaycin antes de que ocurriera la terrible desgracia ¡uff! Un mal rollito… una historia amorosa entre la sultana y uno de los Abencerrajes 
Sentíamos los calores propios de una década pasada. Boabdil nos llevó al Patio de los Arrayanes que es uno de los más grandes. No había cartel de prohibido bañarse; pero mejor no meter un dedo...(Nos encantan nuestras locas cabecitas)
Propuso sentarnos en la fuente del jardin de Lindaraja. Llamamos a Cuack de nuevo y seguía fuera de cobertura. (Empezaba a ser preocupante)
En algun momento los perdí de vista …a las tres horas, los encontré tranquilamente charlando en uno de los baños reales…Quedaron algo desconcertados. Iza prefirió quedarse entre aguas y vapores del "spá", despues de la cruenta historia necesitaba realajarse. El ojeras, de nuevo, se puso la chilaba y siguió con la visita turística.
Me llevó a uno de los balcones de la Sala de Embajadores. El salón tiene tres balcones en cada uno de los muros y debido al espesor de ellos forman nueve alhamies o estancias.
Por último en la Puerta de la Justicia, tan sumamente recia que su construcción no podría caer. Si así sucediera sería que habría llegado el fin del mundo...
De repente apareció un hombre que dijo llamarse Narciso, alias el Yepes (apasionado por los espejos), sacó una guitarra y nos vaticinó que aquellos acordes impedirían que los recuerdos de La Alhambra perdieran frescura a lo largo de nuestras vidas...
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El color rojizo de la pila de la fuente del Patio de los Leones, nos dijo, se debe a las manchas de la sangre de los 37 caballeros asesinados que llevaban el nombre de Abencerrajes. Con el mosqueo por ataque de cuernos que le entró al sultán, los mandó decapitar en una fiestón..¡menudito carácter! 

La alcoba del sultán no tenía ventanas al exterior. Una fuentecilla servía para reflejar la cúpula que conseguía una luz encantadora y mágica porque al entrar la luz por la parte superior cambiaba según las distintas horas del día.





De repente apareció un hombre que dijo llamarse Narciso, alias el Yepes (apasionado por los espejos), sacó una guitarra y nos vaticinó que aquellos acordes impedirían que los recuerdos de La Alhambra perdieran frescura a lo largo de nuestras vidas...
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